Le pedí a mi padre que me hiciera el nudo de la corbata; nunca he sabido hacerlos. Terminé de ponerme el traje; nunca me he sentido cómodo con ellos, quizá por eso elegí mi profesión. Antes de salir de mi cuarto por última vez, mi padre entró en el; no nos dijimos nada, nos miramos profundamente, y vi reflejados en sus ojos nuestros treinta años juntos. Nos abrazamos, larga, intensamente, llorando sin consuelo. Atrás iba a quedar mi más tierna infancia, mi rebelde adolescencia, y mi huérfana juventud. Aunque la ilusión del futuro era inmensa, en ese momento se concentró en mi alma todo el dolor y la pena del Universo. Cerré tras de mi la puerta de tres décadas en mi barrio; se acababa el niño. para dar paso al hombre. Y partí hacia la aventura más hermosa de mi vida; la esperé como marca la tradición, a pie de calle. El día era gris y frio, mas de repente un coche llegó, se abrieron sus puertas, y la luz inundó el día. Solo yo vi la "corona de cristal sobre su cabeza", sólo