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Mostrando entradas de octubre, 2014

Eusebio tras un año

Subo las escaleras que subí tantas veces con el corazón desbocado porque ella me estaría esperando en el quicio de la puerta ,y besarme antes de entrar a la casa. Desde el portal se puede oír la vida que se alberga en la casa. Ahora las subo despacio, en silencio. Tras tantos años, el aroma de la escalera es el mismo, podía decirse que es lo único que no ha cambiado. Sólo se oye el silencio. "¿Os quedareis a cenar no? " " Uy no podemos Eusebio, es que hemos quedado con unos amigos" Y claro, no era verdad. Pero por supuesto, que nos teníamos que quedar a cenar. No he conocido, ni conoceré a ninguna persona como él. Podía describirle con un centenar de adjetivos  y aun me quedaría corto. Ahora que soy padre, puedo entender el dolor de su corazón cada vez que yo llamaba al timbre. Aun así, nunca tuvo un reproche hacia mí, hacia el que le arrancaba una parte de su vida. Me aceptó en su familia, dando cobijo a aquel que tenía su corazón a la intemperie, a aquel que y

Naciste tú.

Entre verdes montes y húmedos valles, convertiste a una mujer en la persona más feliz del universo. Acunada por dulces sonidos de txistus, tu padre te mecía en la cuna cada noche al llegar a casa. La vida les llevó hasta allí para que yo supiera que tú eras la mujer que mi corazón debía elegir. Destino secular, te busqué reino a reino, vida a vida, cuerpo a cuerpo tras cada alma. Eras tú, la que viajó en los sueños de tu madre para nacer en la tierra a la que deberíamos volver para enseñarnos mutuamente el camino que andaríamos y desandaríamos hasta la eternidad. Hija de mujeres, madre de mujeres, te envidio; has dado la vida que recibiste madre a madre; si no hubieras nacido un día como hoy,tampoco yo lo habría hecho  y si aún no sabes cual es tu meta en la vida , te la diré yo : amarte para que yo te ame.

Once años

Hace once años que habita en mi alma una hermosa, eterna, ansiedad vital; desde el mismo momento en que alguien la puso en mis brazos, y tras preguntarle " ¿qué hago con ella? ", me contestó " usted sabrá, es suya". No eran mis lágrimas las que rodaban por mis mejillas; ni mis brazos los que la acunaban al ritmo de la nana que empezaba a entonar mi corazón. Miles de años , cientos de seres, confluían en esa pequeña vida, para dar sentido por fin a la mía, para derrotar a mi propia muerte. Tu luz inunda mi oscuridad, tu risa ahoga mi llanto, tu alegría vence a mi pena; la eternidad, mi eternidad, eres tú. Hace once años que esta angustia y la inmensa felicidad que nunca creí que llegaría a conocer son las dos caras de la misma moneda; angustia por el llanto, y angustia por su ausencia: " hace mucho rato que no hace ruido, ¿le habrá pasado algo? " " Sigue durmiendo anda, pesado " La vida cambia en un instante, para nunca más volver a