Subo las escaleras que subí tantas veces con el corazón desbocado porque ella me estaría esperando en el quicio de la puerta ,y besarme antes de entrar a la casa. Desde el portal se puede oír la vida que se alberga en la casa. Ahora las subo despacio, en silencio. Tras tantos años, el aroma de la escalera es el mismo, podía decirse que es lo único que no ha cambiado. Sólo se oye el silencio. "¿Os quedareis a cenar no? " " Uy no podemos Eusebio, es que hemos quedado con unos amigos" Y claro, no era verdad. Pero por supuesto, que nos teníamos que quedar a cenar. No he conocido, ni conoceré a ninguna persona como él. Podía describirle con un centenar de adjetivos y aun me quedaría corto. Ahora que soy padre, puedo entender el dolor de su corazón cada vez que yo llamaba al timbre. Aun así, nunca tuvo un reproche hacia mí, hacia el que le arrancaba una parte de su vida. Me aceptó en su familia, dando cobijo a aquel que tenía su corazón a la intemperie, a aquel que y