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Mostrando entradas de agosto, 2015

Athletic club

Mi abuelo Leandro nació cuatro años después de que lo hiciera el Athletic. Y le vio ganar casi todos los títulos que tenemos. Cuando murió , mi padre le colocó una insignia del Athletic en el ataúd , con la que se marchó. Mi padre me llevó a las primeras finales a las que fui, en el 69, 73 y 77. Así el Athletic se convirtió en nuestro territorio común , aquel en el que Edipo y su padre enterraban sus discusiones para ser felices juntos. Cuando marché de su lado, se mantuvo como cordón umbilical entre nosotros para justificar una llamada o un mensaje : el Athletic ha ganado 2-0. Bravo le contestaba yo. Así le acompañé a nuestro último partido juntos en San Mames; y así, al no recibir un mensaje un domingo supimos que se moría. En el funeral laico que le ofrecimos, en mi discurso de despedida, no pude evitar terminarlo gritando Aúpa Athletic. Hoy le toca a mi generación saborear un título, tras tres décadas. Creo que fue Clemente el que dijo aquello de que cuando otros decidieron ser Gol

Esta sociedad.

Nos han construido una vida basada en el sufrimiento y el esfuerzo, pero no en la felicidad. Somos herederos del sentimiento de culpa judeocristiano y de la cultura del esfuerzo estoico del luteranismo. Pero nos hemos olvidado del hedonismo, entendido como búsqueda de la felicidad. Nacemos para trabajar, en una evolución inteligente de los esclavos medievales, adornados con una pátina de hombres emprendedores, de poseedores de pequeños bienes que nos hacen sentir libres, libres de elegir el canal de tv que vemos, libres de elegir gasolina o diésel.  Pero no libres para desarrollarnos como hombres intelectuales, cultos, felices. Nos han convertido en consumidores que deben trabajar para consumir esos bienes que nosotros mismos producimos para mantener el nivel de vida de los que realmente mueven los hilos. A estas alturas de la Historia, deberíamos ser capaces de disfrutar de la vida todos  por igual, y no de ser esclavos de los modernos patricios.  Yo ya sólo quiero levantarme por la m