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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Ya no vuelo junto a ti

Eres un ave que estira sus alas por primera vez, ensayando largos vuelos que pronto realizarás. Aún insegura, vuelves tu mirada hacia mí para comprobar que vuelo a tu vera protegiendo tu inexperiencia. Cuando te marches para cruzar marismas, mares , océanos, buscando tu lugar, creerás que ya no vuelo a tu lado. Pensarás que no estoy bajo tu vuelo para recogerte en mis brazos cuando caigas, y no sabrás que son mis brazos los que te cobijan. No sabrás que mis labios siempre estarán preparados para enjugar tus lágrimas. Pensarás que nos son mis brazos, que no son mis labios, que no son mis ojos. Pero serán siempre mis brazos los que te protejan, serán siempre mis labios los que te besen, serán siempre mis ojos los que te admiren. Aunque pienses que ya no vuelo junto a ti.

La palidez

Hoy hace 41 años que mis padres se compraron su primera televisión a color. Hicieron un esfuerzo económico importante para aquellos años. Mi padre siempre comentó orgulloso que les mereció la pena. No pensaban ir al velatorio a comprobarlo, pero sí querían ver por la tele la palidez de su muerte a todo color.

Sin recuerdos

Suavemente rozó sus dedos con los de él. Como cada tarde, entrelazaron sus manos paseando por el parque. Caminaban muy despacio, sintiendo que tenían toda la vida por delante. No hablaban, ella ya no lo necesitaba, él no sabía que decirle a la mujer que le acompañaba en cada paseo. Sentados en un banco, ella miraba esos ojos que se perdían en el horizonte tratando de entender ese mundo que le rodeaba. Le mesaba los cabellos, escasos, blancos, con el mismo primor que desde su primera cita. Él volvía la cabeza hacia ella, y le sonreía agradecido Cuando refrescaba ya tarde, ella le ayudaba a levantarse camino de la cena. De vuelta a la habitación, él le repetía a diario la misma frase : "Yo sé que la he querido mucho, pero no recuerdo quien es usted" ( la última frase se la he tomado prestada a José Hierro, sin su permiso. )

Orgulloso de ser veterinario

Era una tarde calurosa de finales de Julio. Sólo había pasado un día desde que se acercara al edificio denominado "antiguos comedores " de la Universidad Complutense. Allí , con la congoja anidada en su garganta, se aproximó al listado de admitidos en las distintas facultades. Buscó con el dedo tembloroso: a,b,c,d,e,f,g..... Y allí estaban, sus apellidos, su nombre, su nota y su facultad. Ahora, solo un día después, sus padres le habían llevado a conocer las instalaciones. Estaba desierta en esas fechas, y no podía saber a que correspondía cada edificio; no podía saber que ese bloque era donde realizaría las prácticas de Anatomía y de Patología, o este otro el de Médicas, o aquel donde anestesiaría tantos animales. Desconocía que aquel otro edificio acristalado en lo alto de una colina, era el aulario y la cafetería, donde pasaría tantas horas como en clase. No podía imaginar que el estar ahora allí, le iba a cambiar la vida para siempre; que mas allá de términos y enfermed

Camino del colegio

La dejo en la puerta del colegio ,me dice adiós con su voz aún de niña y desde el coche la veo caminar charlando con su amiga camino de clase sin volverse para comprobar si la miro. Y la miro. No dejo de mirarla hasta que mis ojos ya no pueden verla. Mi sonrisa dibuja la felicidad en mis labios. Mi corazón aprende despacio a compartirla.

Rosas

Nos lo quitaron todo. También la dignidad, también las ganas de vivir. Nos arrebataron a nuestros hijos,a nuestros hermanos, a nuestros maridos,a nuestros padres . Nos lo quitaron todo. También sus tumbas. También, el derecho a llorarles, también el derecho a llevar luto. Nos quisieron quitar todo. Nuestras casas, nuestras familia. Nos quisieron quitar la tierra de nuestros abuelos. También las lágrimas. También el futuro. Nos quisieron quitar todo, pero no pudieron quitarnos las rosas que depositábamos en las tapias de los cementerios, sembradas en los agujeros que dejaron sus balas.