Había ganado el Athletic pero no me mandaste ningún mensaje. Entonces ya me temí lo peor. Te llamábamos y no cogías el teléfono. Algo iba mal seguro. Aquello que habíamos conseguido postergar durante cuatro años parecía hacerse realidad. Fuimos a buscarte y durante todo el trayecto iba temiendo encontrarte ya muerto en casa. Había decidido no subir solo, y esperar a que llegara Arantxa para subir juntos. Pero no hizo falta, ella llegó primero y subió sin esperarme. Aun vivías. Pero te encontró tumbado sobre un gran vómito de sangre, débil hasta la extenuación. Aun podías caminar, y decidimos llevarte nosotros mismos al Clínico. Sabíamos que era la última vez y queríamos hacer contigo ese último viaje. En Urgencias hicieron bien su trabajo y te cauterizaron las varices esofágicas. Al día siguiente, el jefe de oncología digestiva, tu oncólogo, le reprochó a la internista que lo hiciera, pues debía haberte ahorrado la semana de espera que nos esperaba. Nos habló de que esas varices e