Hacía frío en el parque ( de mi barrio, del tuyo, de cualquiera) pero mis manos te desnudaban sin quitarte la ropa. Mis dedos acariciaban tu piel, ardiente a pesar de la gélida noche. Hacía frío, y el vaho de mi aliento inundaba tu cuello como la niebla cubre las marismas al amanecer. Hacía frío y ni tú ni yo lo sentíamos. Hacía calor en el parque ( de tu barrio, del mío , de cualquiera ) y el sudor lubricaba mi cuerpo sobre el tuyo, el tuyo sobre el mío. Hacía calor el primer día que mis labios callaron a los tuyos. Hacía calor un año después, en un hostal de la calle Fuencarral, celebrando la fecha con un menú de hamburguesería introducido a hurtadillas en la habitación. Hacía frío. Hacía calor. Sólo teníamos nuestras manos. Nuestros labios. Nuestros cuerpos. Como hoy. Solo me interesan tus manos. Solo deseo tus labios. Solo me sosiego abrazado a tu cuerpo. Me pueden quitar todo. Pero que no me falten tus manos. Que no me falten tus labios. Que no me falte tu cuerpo. Porque ento