A veces me gustaría tener la felicidad del ignorante. No darle tantas vueltas a la vida, a la vida que llega, a la vida que envejece, a la vida que vuela. A la muerte que llega. Pero no puedo evitarlo. Quizá sea un trauma, una tara , una patología. Tampoco me importa. Sé convivir con mis angustias. Me enseñan a reír de felicidad al escuchar un pájaro cantar como si fuera la primera vez. No quiero que todo acabe. Pero acabará. Pasará la vida como pasa el amor. Como pasa el sol. Como pasa la flor por el jardín. Pero no me pasaré la vida viendo cada día el mismo reloj dando las mismas vueltas. Es necesario sentir la brisa de mar abierto sobre nuestro rostro, no la luz tenue de los fluorescentes sobre nuestra mortecina piel. Sal conmigo a respirar el aire puro de la vida.