Mi barrio siempre fue un lugar hermoso. Con sus altos edificios y sus encorsetados parques. Con sus calles llenas de coches, con la A5 dividiéndolo como divide el septo interventricular el corazón en dos; y era la puerta a la Casa de Campo. Siempre fue un lugar hermoso. En él conocí a mi madre, a mi padre y a mi hermana. En él aprendí a jugar y a correr tras un balón. En él formulé los más puros e inocentes pactos de fidelidad que se pueden firmar . En mi barrio me enamoré por primera vez. Besé por primera vez. Siempre fue un lugar hermoso. Mientras la vida fue hermosa. Un día huí, sin irme de él.