Cada año, entre todos sus días, siempre hay dos que marcarán tu recorrido vital. Uno está siempre muy presente. Lo celebras cada año, como símbolo de tu llegada a la vida. Como homenaje a quien te dio la existencia. Cada año llega fiel a la cita. El otro día está, en cambio, agazapado. Cada año pasas por él y no lo detectas. Nada te indica que un día será muy importante. Será un día que solo los demás podrán recordar asociado a ti. Y cada año lo vives como algo monótono. Cada año celebras el cambio de dígito sin sospechar que alguna vez será la última que lo hagas. Como una rutina. Sin pensar que cada día debe ser el mejor de tu vida. Como lo debieron ser los hasta ahora vividos. Como deberían ser los años vividos. Soñamos con cambios mejores en el año que ahora entra, menospreciando al que dejamos atrás, y que tantas alegrías nos dio, que tanta felicidad nos proporcionó. Y cada año olvidas las veces que fuiste feliz con todos aquellos que habitaron , aunque fuera solo un segundo,