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Mostrando entradas de octubre, 2023

Rocío 53

 Llovería. Probablemente llovía. Como no iba a llover en otoño en Getxo. Qué hermosa es la lluvia cuando la observamos felices. Qué tranpantojo de días grises cuando nos inunda la alegría. Todo se hizo verdad aquel día entre valles y montes tan verdes como la esperanza.A orillas del mar que acunó tus primeros sueños, y que sigue acunando los demás sueños que hemos ido persiguiendo, que seguirá acunando nuestras certezas presentes.  Un día naciste. No siempre se nace de la misma manera. No siempre se llega a los destinos del mismo modo. Pero se llega. Y se está. Y se principia a construir un sentido a la vida. Y se viaja. Y se sigue llegando a nuevos sitios. Un camino te lleva a otro distinto. Un cruce. Una encrucijada. Uno tras otro. Y en uno de ellos , estaba yo. Que venía de mis miles de cruces, de mis miles de encrucijadas. Y en uno de ellos , estabas tú. Un día naciste. Era 23. Era octubre. Junto a una ciudad que se convirtió en la metáfora de ti y de mi. Ahora que has nacido, te d

Paula 20

 La vida está en todas partes. Muchas veces escondida bajo las capas de nuestro dolor, camuflada entre las ramas de nuestros miedos. La vida no vendrá a buscarte, has de salir tú a su encuentro.  La tuya comenzó un día en que esta gigantesca roca pasaba por el mismo lugar que ahora mismo en su órbita alrededor del Sol. La tuya empezó por todas las mariposas que aletearon durante siglos entre las flores del mundo. Puedes pensar que es un regalo de tu madre y de tu padre, que se amaron como se aman las personas que no buscan rendimientos en el querer, sino que encuentran amor debajo del amor. Pero también debes pensar que tu vida es tu presente, el que te debes entregar a ti misma día a día.  Tu madre y tu padre pueden afirmar que la vida es vida desde que naciste tú. Que sus azarosas existencias confluyeron por fin un día en una pequeña niña que compartiría con ellos sus días más felices. Pueden afirmar que todo mereció la pena, pero que ese día no fue el final del trayecto, sino la con

Veintiunos de octubre

Hace 6939 días que dejé de ser uno para comenzar a ser otro muy distinto. 34 años sin saber lo que se podía llegar a amar; 19 años sabiendo lo que se puede llegar a sentir por otra persona. Millones de latidos de dos corazones que bombean sentimientos parejos. 988 semanas que han sido las más hermosas de mi vida, y que representan toda la tuya. Me pregunto cómo pude ser capaz de vivir sin ti en mi vida. Me respondo que tú le das sentido cada día. La vida. La tuya. La mía. La nuestra. Esta vida a la que un día llegamos, a la que un día llegué, a la que tu llegaste aquel otro 21 de octubre, para poner todas mis penas patas arriba, para iluminar cualquier triste otoño, para mirarme y derretir mi gélido corazón. Un día llegaste y comenzó el mundo a existir. Un día llegaste y ya no me quise ir nunca más de tu lado. Aún ahora que viajas por tu propio camino, no me separo de ti. Soy tu compañía invisible. Pongo colchones en tus caídas; soplo , cual Eolo, a tu espalda para que el vuelo sea sie

El viaje

 Tan cerca estaba ya de su destino, que podía ver la zona que marcaba la frontera, tan cerca ya que podía escuchar las voces de los funcionarios que allí le franquearían el paso al lugar al que anhelaba llegar desde hacía demasiado tiempo ya. Y fue en ese momento cuando el miedo le atenazó. Había sido tanta la ilusión por abandonar su situación anterior que no había reparado en las consecuencias de atravesar esa frontera. Había sido tanta la desesperación, que no pensó en ningún momento que ese nuevo lugar quizá fuera aun más inhóspito que aquel al que ahora se dirigía.  Así se quedó unos instantes, que quizá fueran días, o quizá fueran años. Así se quedó en ese limbo, entre el pasado conocido y el futuro incierto. Así, sin saber si terminar de avanzar hacia la barrera que se abriría a su paso, o deshacer el camino que llevaba tanto tiempo recorriendo.  Veía esa línea divisoria como el marino avista el puerto al que ha de llegar. Y se sentía como un Ulises que no se atreviera a fondear

Soñando

No esperes de mí que sea un héroe; en realidad, soy más bien frágil. Mi vida está llena de miedos, de sombras, de dolor. No esperes de mí que sea fuerte; me escondo en mi fragilidad. Pero estás tú para cuidar de este niño en el cuerpo de un hombre, para recoger los pedazos rotos de mi fragilidad, y volver a recomponer mi entereza impostada. Estas tú, para que me mire en tu espejo, y me vista con el traje del optimismo y la alegría que esconderá mi debilidad, mi fragilidad. Es de noche. En la cama, tú duermes. Yo no. Y me asalta el deseo de despertarte con mis labios que se convierten en besos para tu cuerpo. El ritmo de mis lágrimas se acompasan al de tu respiración mientras llego a la conclusión de que no tengo vida suficiente para reparar todo el dolor que te provoqué, para devolverte todo el amor que me regalaste,convencido de que tú eres la razón de que este viaje sea maravilloso. Duermes a mi lado. Y mis manos se detienen a un centímetro de tu cuerpo, decidiendo si se estremecen

Ahora. Aquí

Las sorpresas pasan por delante, llegan sin avisar. No siempre las verás. Dejarás pasar a la mayoría sin reconocerlas. Pero un día atraparás una. Nunca sabrás si fue la mejor, pero al pasar el tiempo si comprobarás qué podía haber habido otras oportunidades, pero que ninguna te hubiera hecho tan feliz, que en ningún tren de los que dejaste pasar hubieras llegado tan lejos, que en ningún tren hubieras contemplado paisajes tan hermosos desde la ventanilla.  Aquí estamos, comenzando una nueva vida cada mañana, descubriendo que el viaje no ha hecho sino comenzar, porque cada mañana despertando junto a ti tengo veinte años, los veinte años que teníamos al besarnos por primera vez.  Ahora es un ahora eterno, un ahora del que nos balanceamos cuál columpio que nos lleva al cielo de nuestros labios. Ahora siguen empezando los nuevos sueños que llegan a nosotros como llega la arena mecida por el mar a la playa, para sedimentar sobre los sueños ya cumplidos.  Ahora solo me apetece volver a pasear

Cuando la noche es eterna

 Repentinamente, en medio de la noche, los ojos se te abren como impulsados por un resorte. No sabes que te ha despertado así. Todo empieza a ocurrir muy deprisa. La respiración se acelera. Los pensamientos, conscientes e inconscientes se agolpan en tu mente.  No puedes seguir acostado. Necesitas levantarte. Moverte. Angustia, esa es la palabra que lo describe, una inmensa angustia. Tienes la impresión de que ya no va a desaparecer, de que no hay manera de acallar el estruendo. Sientes miedo a todo, miedo a la vida, miedo a la muerte, miedo al pasado y al futuro, miedo a no poder volverte a dormir, miedo a que se perpetúe el miedo.  Necesitas andar, correr, volar. Harías lo que fuera porque termine el tormento. Lo que fuera. Y lo piensas. Quieres llorar. No sabes como reaccionar. Las otras veces encontraste su consuelo, como tantas veces en la vida en otras situaciones. Te abrazaste a ella, pero solo unos segundos porque enseguida necesitabas volver a moverte, recorriendo la habitación