Itziar, mi psicóloga, de vez en cuando me propone hacer terapia utilizando las matrioskas, esas muñecas rusas de distinto tamaño que se guardan una dentro de la otra. Cada matrioska representa a los distintos individuos que hemos sido en cada etapa de la vida. Estos días estoy pensando mucho en aquel Iñaki que transitaba de la tardoadolescencia a la juventud, ese Iñaki que despertaba al mundo en la Facultad de Veterinaria. Pienso en que la vida no era tan mala entonces, aunque sé que es mi mente la que me hace sentir así, porque solo me recuerda lo hermoso de aquellos días, solo las rosas y no sus espinas.
En gran medida deseo volver a esa época, alejada de responsabilidades. Y otra vez la farsa. Porque teníamos, mi hermana y yo, las responsabilidades que no debíamos tener. Pero mi mente me dice que teníamos todo el tiempo del mundo, que solo era necesario despertar cada día para ser felices, que la vida era placentera, y que todo nos era dado por añadidura. Mi cerebro me dice ojalá tuviéramos de nuevo 20 años, para vivir el día a día, mirando al futuro con alegría y serenidad. Y nada de eso fue así.
Y, deshaciendo ya el nudo gordiano, descubro qué esconden estos pensamientos. Aquella fue la época en la que me enamoré definitivamente. Entonces fue el momento de la luz desde la oscuridad, de rozar el infierno para ascender a los cielos del amor. Si pienso en ella, pienso en tardes plenas de luz, tardes de sol de verano, y de otoño, y de invierno y de primavera. Siempre luz. Siempre sol. Pero queda algo por hacer. Y ahí es donde quiero volver. Y no quiero esperar más. No quiero esperar a un mañana que no llegará. Mi única posesión en mi tiempo, es el hoy que me cobija.
Queda algo por hacer. Y mucho tiempo imaginé un futuro en el que dispusiera del tiempo para hacer lo que me apeteciera, como aquel joven de 20 años que cree que lo hizo y jamás fue posible. Y ahora he descubierto qué le faltaba a mi sueño. No es mi tiempo, no es mi libertad , no es mi sueño. Es el nuestro, el nuestro, el nuestro. Aquel que no tuvimos.
No quiero tener 20 años. Quiero que tengamos 20 años. No quiero pasear sin rumbo. Quiero que paseemos sin rumbo. No quiero levantarme y decidir sobre la marcha qué hacer. Quiero que nos levantemos por la mañana y descubrir un nuevo mundo cada día. Cada día un mundo. Cada día una vida.Aquello que creíamos hacer. Aquello que soñábamos hacer. Aquello que no pudimos hacer en su totalidad a nuestros 20 años. No yo. No tú. Nosotros.
Comentarios
Publicar un comentario