Decidí acudir a la presentación del último libro de Almudena Grandes, "Las tres bodas de Manolita", en la mítica Librería Antonio Machado. Ya de camino la tarde se tornó melancólica, ya que al pasar por delante de una droguería perfumería de las de toda la vida, de su interior emergió un olor que me transportó inmediatamente a lo más profundo de mi infancia. en un instante me sentí de nuevo en la droguería de mi abuelo Sergio, en plena Plaza de España. Y es que las fragancias de la infancia se quedan en nuestra memoria más allá incluso del olvido de la vejez.
Ya en la librería, las palabras de Almudena retumbaron en mis oidos, y lo que es mejor, en mi conciencia , de manera rotunda y la vez dulce. Palabras sobre resistencia, tenaz lucha, y amor , mucho amor. Nos contó el origen de las historias que adornan su libro, historias reales que están aderezadas de ficción , pero le sirven para cumplir la promesa que nos pidió Julia Conesa, que sus historias no se olviden de la Historia. Por momentos ( ya sabeis de mi sensibilidad ) mis ojos se humedecieron, y solo por pudor no dejé que rodaran las lágrimas por mis mejillas .
Me firmó los tres libros ya escritos de esta serie compuesta por seis, y cuando me disponía a salir de la librería, oh sorpresa, me encontré con Luis García Montero, que por supuesto había ido junto a su compañera " A Almudena, porque la sigo y me conduce a mí " reza en la dedicatoria de su último libro, recién salido a la calle, y que no pude evitar adquirir allí mismo para que también me lo dedicara, con un gesto de complicidad que será difícil sde olvidar por mi parte.
Admiro a ambos por igual, más allá de su faceta escritora, por su compromiso con la sociedad, con las ideas, con la vida
Ya de vuelta al coche, decidí dar un pequeño rodeo para pasar por el barrio que formó parte de mi vida unos cuantos años, Malasaña.
Ahí está la calle de Ruiz, donde, en el número 7, tuvieron mis padres una tienda de ropa, en la que trabajé unos cuantos veranos; ahí está el Mesón Andino, donde aprendí a degustar los lomitos andinos con mis padrs y mi hermana; ahí está el bar el Pico, reformado, donde mi padre pasó horas , donde ahogó parte de su vida, donde mi madre tenía que ir a diario a rescatarle para volver a casa.
A cada paso que daba por el barrio, me veía con mi madre y mi hermana recorriendo esas calles; y al doblar una esquina, súbitamente, iba caminando de la mano de Rocío, en aquellas tardes de luz tenue, tardes de sueños futuros, en el Café de Ruiz, o en el Manuela
Mis pasos me llevaron a un lugar inolvidable , único , a la boca del metro de Bilbao, ( bendita metáfora de nuestra vida ) , donde me esperó por primera vez, donde paseamos juntos por primera vez, donde nos besamos por primera vez, en un beso intenso, largo, eterno, que aun perdura hasta hoy.
Ayer, me llené de vida, de ilusiones que fueron, y verdades que ahora ya son. Fui feliz , ayer, como lu fui entonces. Porque la vida es triste a veces, y a veces alegre. Pero al fin y al cabo, es vida, la vida que nos regalaron. Y esta vida mía, me ha traido hasta aquí, hasta ellas tres, y todo lo que pasé, justifica este viaje.
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