Hoy he tenido miedo a otras personas solo por ser un tipo de personas. No pensé que podía ocurrirme a mí jamás. Pero el pánico se ha apoderado de mí. Y me jode, me jode que el terror anide en mí, que los terroristas se lleven esta victoria. Ahora me siento derrotado, frágil, incoherente, indefenso, débil moralmente, vencido ideológicamente.
Estábamos en un centro comercial , nuevos ágoras de este tiempo, y para hacer llevadera la espera me he sentado en un banco interior a la puerta de una famosa tienda de una marca irlandesa, sin reparar en mis vecinos de asiento. Y de repente han empezado a hablar entre ellos en un idioma diferente, un idioma inequívocamente magrebí. Me he quedado paralizado, con un nudo en el estómago. ¿ Y si estaban diciéndose que había llegado el momento de inmolarse? La paranoia me ha llevado a explorarles con disimulo, para comprobar si la camisa se ajustaba a su cuerpo o algún artefacto sobresalía. Miraban sus móviles y yo sospechaba que ahí estaba el interruptor del mecanismo. Si uno se levantaba, el otro se sentaba. Por fin se levantaron los tres y se marcharon dejando el banco libre.
Al poco , llegaron cuatro chicas tocadas con su hiyab, hablando un castellano perfecto, y tonteando con sus móviles, adolescentes europeas de religión musulmana, para hacerme recordar mis convicciones , enfrentada a mi miseria humana del momento anterior.
Pero los terroristas me han vencido, han derrotado a mi ser europeísta, han derribado mis fortalezas identitarias para sonsacar todas mis debilidades, mis miedos.
No podemos darles este gusto, no podemos darles la victoria sin luchar. No podemos entregarles nuestra libertad tan fácilmente. Necesito contar esto de lo que me avergüenzo, y pedir disculpas a los miles de personas que conviven en paz con todos nosotros, en este mudo lleno de fronteras imaginarias, que separan al hombre del hombre. A estos hombre y mujeres musulmanas que viven en nuestras sociedades laicas, y que como nosotros, no son responsables de las atrocidades originadas por los fanáticos y por los que viven del negocio de la guerra y la venta de armas.
Debemos vencer al miedo y vivir como hasta ahora. Lo contrario, será la victoria de los asesinos.
Estábamos en un centro comercial , nuevos ágoras de este tiempo, y para hacer llevadera la espera me he sentado en un banco interior a la puerta de una famosa tienda de una marca irlandesa, sin reparar en mis vecinos de asiento. Y de repente han empezado a hablar entre ellos en un idioma diferente, un idioma inequívocamente magrebí. Me he quedado paralizado, con un nudo en el estómago. ¿ Y si estaban diciéndose que había llegado el momento de inmolarse? La paranoia me ha llevado a explorarles con disimulo, para comprobar si la camisa se ajustaba a su cuerpo o algún artefacto sobresalía. Miraban sus móviles y yo sospechaba que ahí estaba el interruptor del mecanismo. Si uno se levantaba, el otro se sentaba. Por fin se levantaron los tres y se marcharon dejando el banco libre.
Al poco , llegaron cuatro chicas tocadas con su hiyab, hablando un castellano perfecto, y tonteando con sus móviles, adolescentes europeas de religión musulmana, para hacerme recordar mis convicciones , enfrentada a mi miseria humana del momento anterior.
Pero los terroristas me han vencido, han derrotado a mi ser europeísta, han derribado mis fortalezas identitarias para sonsacar todas mis debilidades, mis miedos.
No podemos darles este gusto, no podemos darles la victoria sin luchar. No podemos entregarles nuestra libertad tan fácilmente. Necesito contar esto de lo que me avergüenzo, y pedir disculpas a los miles de personas que conviven en paz con todos nosotros, en este mudo lleno de fronteras imaginarias, que separan al hombre del hombre. A estos hombre y mujeres musulmanas que viven en nuestras sociedades laicas, y que como nosotros, no son responsables de las atrocidades originadas por los fanáticos y por los que viven del negocio de la guerra y la venta de armas.
Debemos vencer al miedo y vivir como hasta ahora. Lo contrario, será la victoria de los asesinos.
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