Hoy he visto florecer rosas y azahares en pleno enero.
Hoy la tarde fue cálida y la luz del día tardó en marcharse a pesar del solsticio de invierno .
Hoy bañé mis pies en un tibio mar que acariciaba mi piel y en la playa, al calor de hogueras y corazones celebramos una noche de San Juan anticipada.
Hoy salí a la calle sin abrigar porque siento que la vida renace , los pájaros se aman entre las flores de los naranjos y almendros ; porque en la calle huele a hierba recién cortada y mi corazón me dice que estamos en primavera aunque el almanaque se empeñe en decirme que es Enero.
Hoy,sencillamente, te vi.
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
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