Somos herederos del sentimiento de culpa judeocristiano y de la cultura del esfuerzo estoico del luteranismo. Pero nos hemos olvidado del hedonismo, entendido como búsqueda de la felicidad.
Nacemos para trabajar, en una evolución inteligente de los esclavos medievales, adornados con una pátina de hombres emprendedores, de poseedores de pequeños bienes que nos hacen sentir libres, libres de elegir el canal de tv que vemos, libres de elegir gasolina o diésel.
Pero no libres para desarrollarnos como hombres intelectuales, cultos, felices.
Nos han convertido en consumidores que deben trabajar para consumir esos bienes que nosotros mismos producimos para mantener el nivel de vida de los que realmente mueven los hilos.
A estas alturas de la Historia, deberíamos ser capaces de disfrutar de la vida todos por igual, y no de ser esclavos de los modernos patricios.
Yo ya sólo quiero levantarme por la mañana y no tener mas obligación que la de disfrutar de todo mi tiempo. Es utopía , pero es mi meta.
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