Mi padre jugaba a la primitiva con el sueño indisimulado de comprarse un caserío a los pies del Cantábrico. Mi madre, en su primera visita a través del portón que representa Orduña, se enamoró de las vacas marrones y los verdes valles donde supusimos que quiso reposar. Mi suegro fue tan feliz aquí como un niño en su infancia. y yo volaba agarrado a mi imaginación ,asomado a una ventana de barrio , hacia un futuro feliz donde las promesas se unieran a los sueños .
Así, cada vez que vengo siento que siguen conmigo ,siento que cada ola dice mi nombre como si de ellos se tratara. Aquí alcanzo lo más parecido a la felicidad absoluta. Aquí siento que, de tenerla, mi alma se sosiega mientras el tiempo se detiene a la par que el viento la acuna en su reposo.
Ellos no pueden venir ,pero yo me traigo su memoria conmigo y ya no necesitamos jugar a la primitiva para tener sueños que cumplir.
Así, cada vez que vengo siento que siguen conmigo ,siento que cada ola dice mi nombre como si de ellos se tratara. Aquí alcanzo lo más parecido a la felicidad absoluta. Aquí siento que, de tenerla, mi alma se sosiega mientras el tiempo se detiene a la par que el viento la acuna en su reposo.
Ellos no pueden venir ,pero yo me traigo su memoria conmigo y ya no necesitamos jugar a la primitiva para tener sueños que cumplir.
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