Ir al contenido principal

16 de Candela

 Hamasei urte

Aunque tú no lo creas, o no lo quieras creer, ya no nos necesitas para vivir. Este camino lo empezamos, lo empezaste hace dieciséis años. Y parece una eternidad. Y es solo un destello de luz, un abrir y cerrar de ojos. Tu luz. Tus ojos. 

Me llamo Candela. No me quiero grabar a mí misma. Foto. Querría tener grabados cada uno de los segundos de tu vida. Poder recordarlos todos. Pero eso sería querer vivir solo el pasado. Y tú eres futuro. Quise que no soltaras nunca mi mano. Y ahora nada anhelo más que ver como vuelas sin alas ni red. 

Vuela. Corre. Salta. Grita. Rie. Llora. No le pongas nunca freno a tus sentimientos, ni a tus expresiones, ni a tu amor. Fluye, fluye, fluye. Siempre hacia adelante. Que solo la pasión guie tus pasos. Que nadie te diga que no podrás hacerlo. Porque podrás. Te lo digo. Te lo aseguro. Te lo confirmo. 

Navegar entre el poso que dejó el pasado y las ilusiones que nos llegan del futuro es disfrutar del presente. Todo es efímero. Todo es delicado. Sutil. Todo lo que no sientas hoy no lo volverás a sentir. Todo lo que no ames hoy no lo volverás a amar. Todo lo que no rías hoy no lo volverás a reír. 

Huye de los agoreros, de las personas grises. Busca el color. Huye de quien te anule. De quien te diga que eso no se dice, que eso no hace, que eso no se toca, que eso no se besa, que eso no se disfruta. La vida es tuya. La fiesta es tuya. Invita solo a quien te haga feliz. 

Pero quien soy yo para darte consejos. Será la propia vida la que te enseñe, la que ya te está enseñando. Habrás de errar cientos de veces para ser cada vez una mujer más sabia. Habrás de ser humilde para reconocer los errores y crecer. Y vendrán los errores. Y las decepciones. Y el dolor. Y la pena. Y la tristeza. Es la vida. Y no te lo digo desde la resignación, sino desde la alegría de haber vivido. Equivócate. Porque si te equivocas querrá decir que lo intentaste, que te embarcaste en un viaje incierto que merecía a priori la pena. Y si sale mal, vuelve al puerto. Y vuélvete a embarcar. En el viaje menos esperado estarán Ulises o Penélope de timoneles. 

Nadie te amará nunca como nosotros. Goazen maitia. Maite zaitut. 

Vive. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Nada

 Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos.  Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas.  Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar

Al futuro

 Yo ya no lo veré cuando ocurra. Ya no estaré aquí. Ni en ningún sitio. Pero tú lo vivirás. Como yo he vivido cosas que no vivieron mis ancestros.  Y no he vivido cosas que ellos vivieron. Ni tú lo harás con las vivencias que yo he tenido.  Tú me recordarás, pero los siguientes "tus" ya no lo harán. Cada uno, en su tiempo. Cada uno, en su vida. Ya no me atormenta no poder vivir lo que tú sí vivirás.  Vivo mi época.  Me preocupa, empero, que tú no puedas vivir ya nada, porque ya nada exista. 

Nosotros y nuestro tiempo

 Itziar, mi psicóloga, de vez en cuando me propone hacer terapia utilizando las matrioskas, esas muñecas rusas de distinto tamaño que se guardan una dentro de la otra. Cada matrioska representa a los distintos individuos que hemos sido en cada etapa de la vida. Estos días estoy pensando mucho en aquel Iñaki que transitaba de la tardoadolescencia a la juventud, ese Iñaki que despertaba al mundo en la Facultad de Veterinaria. Pienso en que la vida no era tan mala entonces, aunque sé que es mi mente la que me hace sentir así, porque solo me recuerda lo hermoso de aquellos días, solo las rosas y no sus espinas.  En gran medida deseo volver a esa época, alejada de responsabilidades. Y otra vez la farsa. Porque teníamos, mi hermana y yo, las responsabilidades que no debíamos tener. Pero mi mente me dice que teníamos todo el tiempo del mundo, que solo era necesario despertar cada día para ser felices, que la vida era placentera, y que todo nos era dado por añadidura. Mi cerebro me dice ojalá