Era lunes. Para mi madre fue un día muy largo, desde la madrugada hasta bien entrada la noche. Hace ya muchos años para la vida de un hombre. Aunque sean insignificantes para el universo. Han sido años muy intensos, cada uno de ellos, llenos de pasión. Llenos de vida. Me habéis oido decir muchas veces que la vida no tiene sentido, nihil, pero lo pienso desde un punta de vista cósmico. Para cada hombre , para cada mujer, tiene un gran sentido. Aunque este sentido acabe a la vez que él. Somos el devenir de cientos de vidas que llegaron hasta nosotros. Yo he conocido a mis abuelos y a una bisabuela. Son el aroma de mi infancia, los recuerdo por sus olores, por el recuerdo vago de su voz, por los sitios donde conviví con ellos. Somos, mi hermana y yo, el fruto del amor de mis padres. Por supuesto no todos nacemos del amor, pero en mi caso sí lo fue. Uno de los muchos sentidos de mi vida es vivir este regalo, es honrar la vida de mis padres en mi vida, es vivir en función de sus enseñanzas, de los pilares que forjaron mi carácter y mi educación. Su vida, para mí, tuvo el sentido de permitirme viajar , de momento, todos estos años agarrado a esta piedra que orbita el sol. El sentido de la vida no se limita a tener hijas, pero a la mía le ha dado mucho valor. Lo que siento por ellas será suficiente para pensar que mi vida ha merecido la pena. Aunque no han sido las únicas. La vida me ha regalado la posibilidad de armarme en el amor, de "en amor arme".
No creo en el destino. Sí en las oportunidades que se te presentan delante, y que no puedes dejar pasar. Ella apareció en mi vida. Y yo aparecí en la suya. Para escribir esta historia, para escribir nuestra historia. La que nuestras hijas recordarán algún día. Ese espero que sea mi legado. Que se cuenten entre ellas nuestra vida, lo que saben de nosotros, lo que han vivido con nosotros. Que honren nuestras vidas como nosotros homenajeamos a diario la de nuestros padres, la de nuestros abuelos. Que ellas piensen que tuvieron una madre y un padre que las amaron, que mereció la pena vivir unos años con ellos, que evocar nuestra memoria les arranque una sonrisa, y se abracen pensando en quienes les regalaron un trocito de tiempo en el mundo.
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