Un café con porras con mis padres antes de ir al partido de la jornada.
Un café jugando al ajedrez y a las cartas por la tarde en el barrio.
Un café y su palmera de chocolate en la facultad antes de entrar a la primera clase del día.
Un café en el Nuncio un sábado de tarde en nuestro paseo de novios.
Un café y su bollo de mantequilla en el kiosko que hay frente a la bahía de Lekeitio.
Un café y su pintxo de tortilla de vacaciones en Ajo.
Un café que me tomé con muchos de vosotros, con muchas de vosotras , y que me dio la felicidad.
Un café tranquilo cualquier mañana en mi pueblo.
Qué sería la vida sin tantos cafés tomados y tantos aún por tomar.
Comentarios
Publicar un comentario