Ella me coloca las matrioskas en fila frente a mi. Las muñecas están alineadas de mayor a menor de izquierda a derecha. Representan todos los cuerpos que mi ser ha habitado desde que nací. Ahora debo decidir a cuales de ellos he de viajar. Pero no con la mente, no con mi consciente. Debe viajar mi cuerpo a la búsqueda de sensaciones, no de recuerdos. Mi cuerpo debe volver a ser el de aquel niño. Debo recuperar sus emociones.
Así , llego de nuevo a la que fue la casa de mis padres. Está oscuro. El pasillo es largo aunque no lo era. Escucho a mi cuerpo. Me atraviesa una nausea de arriba a abajo. Tengo miedo, mucho miedo. Soy un niño asustado, que ha aprendido a esconderse, a no esperar nada. Soy un niño que se avergüenza de su padre. Un niño que se hace pequeño en casa, un niño que se hace pequeño en la calle, un niño que se hace pequeño en el colegio.
Allí estoy de nuevo, con ese vacío en el estómago, que hoy me persigue y no sabía por qué. Hasta ahora. Allí estoy, escondiéndome de la realidad, aferrado a una ventana cual Wendy esperando a que Peter se la lleve lejos de allí. Mi cuerpo es el de un niño que atraviesa cual campo de minas el salón para llegar a la trinchera de su cuarto, para esconder la cabeza, taparse los oídos y no oír las explosiones que llegan del campo de batalla. Viajo en busca de aquellas emociones que se quedaron para siempre en alguna parte de mi subconsciente, y que aparecen a su antojo en cualquier momento como los topos de ese juego infantil.
A mi cuerpo le flojean las piernas mientras salta del niño al joven pasando por el adolescente. Son las muñecas centrales de las matrioskas. Ahí es donde estoy buscando. Buscando a esos chicos que no saben si han perdonado. La mayor de las matrioskas sí lo ha hecho. No hay en su corazón ni rastro de odio, ni ira, ni juicios. Solo pena. Esa pena que es la que ha ido a buscar en las matrioskas medianas. Para comprobar si esos chicos siguen sufriendo , si sabrán llegar a perdonar.
Es muy difícil viajar sin la compañía de la mente. Solo con el cuerpo. Es un viaje apasionante. El viaje por la vida es apasionante. El viaje a mi propia mente para desentrañar todo el dolor acumulado es apasionante. En ninguno de los dos viajes lo hago solo. La compañía me salva del naufragio.
Comentarios
Publicar un comentario