No esperes de mí que sea un héroe; en realidad, soy más bien frágil.
Mi vida está llena de miedos, de sombras, de dolor.
Pero estás tú para cuidar de este niño en el cuerpo de un hombre, para recoger los pedazos rotos de mi fragilidad, y volver a recomponer mi entereza impostada. Estas tú, para que me mire en tu espejo, y me vista con el traje del optimismo y la alegría que esconderá mi debilidad, mi fragilidad.
Es de noche. En la cama, tú duermes. Yo no. Y me asalta el deseo de despertarte con mis labios que se convierten en besos para tu cuerpo. El ritmo de mis lágrimas se acompasan al de tu respiración mientras llego a la conclusión de que no tengo vida suficiente para reparar todo el dolor que te provoqué, para devolverte todo el amor que me regalaste,convencido de que tú eres la razón de que este viaje sea maravilloso. Duermes a mi lado. Y mis manos se detienen a un centímetro de tu cuerpo, decidiendo si se estremecen junto a tu piel o vuelven junto a mí.
Tú duermes. Yo no. Los dos estamos soñando.
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