Sergio Pulgar Callejo nació en 1908 en Ventas con Peña Aguilera. Siendo adolescente emigró a Madrid sólo con su soledad, en busca de su futuro, para trabajar de aprendiz en la que sería su profesión ,droguero. No sabiendo juntar más que cuatro letras, acudía cada tarde después del trabajo a la Casa del Pueblo fundada por Pablo Iglesias , donde aprendió a leer y escribir, así como las cuentas más elementales.Años después , dándome lecciones de prudencia y discreción, me confesaba que en una recomendación de trabajo decían de él que era un gran empleado, pero muy revolucionario.
Viviendo en Madrid, era inevitable que se enamorara de una modistilla, amiga de unas hijas de Largo Caballero, y que era 8 años más joven que él ( ay Sergio, Sergio....)
La guerra civil le sorprendió ya con negocio propio, situado a escasos metros del Cuartel de la Montaña, por lo que fue testigo directo del asalto y caida del General Fanjul. Ironías del destino, su nieto aprendió a caminar en ese mismo sitio, convertido en el parque del templo de Debod. Decidió alistarse en el bando republicano como sanitario, ya que midiendo 150 cm no le permitieron combatir. Por esos azares que sólo pueden ocurrir en una guerra, salvó el pellejo dos veces de milagro, y cayó preso en el frente de Extremadura, entregándose al grito de "¿quien va? Un rojo "
Durante su cautiverio en un campo de concentración en Toledo, fue reconocido por un oficial franquista, cliente suyo de la droguería, el cual le proporcionó un salvoconducto con la condición de que se fuera a su pueblo natal. Sergio le mintió, y volvió a Madrid para colaborar en la defensa de la capital.
Al terminar la guerra, inició un periodo de silencio, como millones de españoles y españolas. Se resignó y se dedicó en cuerpo y alma a su familia y su negocio. Tuvo un hijo y una hija, amplió su negocio, y fue cofundador y primer tesorero de la cooperativa Cooperlim.
Cada año llevaba a sus nietos al desfile de la Victoria, para satisfacer la ilusión infantil de unos niños viendo tal parafernalia; puede adivinar el lector la tristeza que anidaría en su corazón asistiendo al desfile de aquellos que le robaron sus ilusiones, de aquellos que le mantuvieron oculto ideológicamente a los ojos de su mujer, sus hijos y sus nietos.
Su nieto no le conoció realmente hasta sus últimos años de vida. Al cumplir 83 años, perdió al amor de su vida; en el velatorio preguntó : ¿ Qué hacemos aquí? " Por un momento dudaron de su salud mental .
"Estamos esperando a que te despidas "
" Esa de ahí ya no es mi mujer. Vámonos a casa"
A partir de ese momento, su nieto se dedicó a conocerle profundamente. " Mamá, tú sabías que tu padre aprendió a escribir con Pablo Iglesias? ¿ Que estuvo preso en la guerra? ¿Tú sabes que tu padre es ateo, que tuvo sífilis de joven por no tomar precauciones? " Y la madre, boquiabierta , no podía salir de su asombro.
Un año después sus nietos tuvieron que darle la noticia más terrible que puede dársele a un padre; abrazados a su escaso metro y medio de altura, le sintieron frágil por primera vez en su vida. Siempre pensaron que entre el padre, el marido y los hijos, quien más sufrió, quien más se rompió fue el padre. En sólo un año se quedó sin aquello que daba sentido a su vida.
Y aún así , se mantuvo vivo, dedicado a terminar la inacabada obra de su hija. No podía abandonar hasta cerciorarse de que los hijos de su hija enfilaban el camino de la vida.
Su nieto, a quien más debe haber llegado a ser quien es, es a él. Poco a poco , fue dandoles buena parte de sus ahorros; un dinero con el que sentar la base de lo que ahora tienen.
Y en esos últimos años, volvió a atreverse a hablar de política y de ideología " Cuando me muera, incinerarme, y las cenizas podeis tirarlas al váter, que me dará igual. Aunque últimamente estoy pensando donar mi cuerpo a la ciencia para investigar "
Cada vez que había elecciones , pedía a su nieto que le acompañara. " Ya han venido los del PP a decirme que me llevan a votar, pero les he dicho que no se preocupen, que les voy a votar, pero que me lleva mi nieto" Y allí tenía su voto preparado " Como siempre, a los de Felipe"
Sergio Pulgar Callejo era mi abuelo materno
Viviendo en Madrid, era inevitable que se enamorara de una modistilla, amiga de unas hijas de Largo Caballero, y que era 8 años más joven que él ( ay Sergio, Sergio....)
La guerra civil le sorprendió ya con negocio propio, situado a escasos metros del Cuartel de la Montaña, por lo que fue testigo directo del asalto y caida del General Fanjul. Ironías del destino, su nieto aprendió a caminar en ese mismo sitio, convertido en el parque del templo de Debod. Decidió alistarse en el bando republicano como sanitario, ya que midiendo 150 cm no le permitieron combatir. Por esos azares que sólo pueden ocurrir en una guerra, salvó el pellejo dos veces de milagro, y cayó preso en el frente de Extremadura, entregándose al grito de "¿quien va? Un rojo "
Durante su cautiverio en un campo de concentración en Toledo, fue reconocido por un oficial franquista, cliente suyo de la droguería, el cual le proporcionó un salvoconducto con la condición de que se fuera a su pueblo natal. Sergio le mintió, y volvió a Madrid para colaborar en la defensa de la capital.
Al terminar la guerra, inició un periodo de silencio, como millones de españoles y españolas. Se resignó y se dedicó en cuerpo y alma a su familia y su negocio. Tuvo un hijo y una hija, amplió su negocio, y fue cofundador y primer tesorero de la cooperativa Cooperlim.
Cada año llevaba a sus nietos al desfile de la Victoria, para satisfacer la ilusión infantil de unos niños viendo tal parafernalia; puede adivinar el lector la tristeza que anidaría en su corazón asistiendo al desfile de aquellos que le robaron sus ilusiones, de aquellos que le mantuvieron oculto ideológicamente a los ojos de su mujer, sus hijos y sus nietos.
Su nieto no le conoció realmente hasta sus últimos años de vida. Al cumplir 83 años, perdió al amor de su vida; en el velatorio preguntó : ¿ Qué hacemos aquí? " Por un momento dudaron de su salud mental .
"Estamos esperando a que te despidas "
" Esa de ahí ya no es mi mujer. Vámonos a casa"
A partir de ese momento, su nieto se dedicó a conocerle profundamente. " Mamá, tú sabías que tu padre aprendió a escribir con Pablo Iglesias? ¿ Que estuvo preso en la guerra? ¿Tú sabes que tu padre es ateo, que tuvo sífilis de joven por no tomar precauciones? " Y la madre, boquiabierta , no podía salir de su asombro.
Un año después sus nietos tuvieron que darle la noticia más terrible que puede dársele a un padre; abrazados a su escaso metro y medio de altura, le sintieron frágil por primera vez en su vida. Siempre pensaron que entre el padre, el marido y los hijos, quien más sufrió, quien más se rompió fue el padre. En sólo un año se quedó sin aquello que daba sentido a su vida.
Y aún así , se mantuvo vivo, dedicado a terminar la inacabada obra de su hija. No podía abandonar hasta cerciorarse de que los hijos de su hija enfilaban el camino de la vida.
Su nieto, a quien más debe haber llegado a ser quien es, es a él. Poco a poco , fue dandoles buena parte de sus ahorros; un dinero con el que sentar la base de lo que ahora tienen.
Y en esos últimos años, volvió a atreverse a hablar de política y de ideología " Cuando me muera, incinerarme, y las cenizas podeis tirarlas al váter, que me dará igual. Aunque últimamente estoy pensando donar mi cuerpo a la ciencia para investigar "
Cada vez que había elecciones , pedía a su nieto que le acompañara. " Ya han venido los del PP a decirme que me llevan a votar, pero les he dicho que no se preocupen, que les voy a votar, pero que me lleva mi nieto" Y allí tenía su voto preparado " Como siempre, a los de Felipe"
Sergio Pulgar Callejo era mi abuelo materno
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