Me apreté el nudo de la corbata y me ajusté bien mi nuevo traje.
Me abracé a mi padre, pero en realidad me abrazaba a toda la vida que dejaba atrás; a la madre que ya no estaba, a la hermana que se hizo mujer a mi lado, al barrio que me vio crecer , a la habitación con alas en la que volé por infinitos cielos, donde soñé miles de vidas.
Cerré la puerta y ya no miré atrás.
Y la vida empezó de nuevo. Se acercó un coche a la puerta de la iglesia, se bajó tu padre , lo rodeó por detrás y abrió la puerta trasera; como un río recién nacido que desciende por la colina, tu vestido llegó al suelo, al ritmo que le marcaba un frágil pie, envuelto por un delicado zapato blanco.
Lentamente, a ese pie siguió una pierna, esbelta, hermosa, y una mano, envuelta por su guante emergió del interior, para ser asida por la de un padre emocionado a la par que triste ( ahora lo sé).
Y así te vi salir del coche, pareciéndome que descendía una reina de un coche de caballos, una reina que sólo yo veía, atravesando un puente que sólo tú y yo , solo tú y yo amor mío veíamos.
Entonces, como ahora , no sabía lo afortunado que era realmente.
Leímos El Principito, recitamos a Benedetti y a Neruda; tu padre nos regaló un aurresku, bailamos un vals, no te hice caso en el banquete, y mi padre acabó con mi camiseta del Athletic en la Riviera.
Y nos fuimos a casa por primera vez. Por muchos inviernos que pasen, nunca olvidaré la luz que entraba en la mañana por la cristalera de la cocina, nunca olvidaré esa nueva sensación del barco que suelta amarras y se hace a la mar para enfrentarse a los peligros de una larga travesía. No olvidaré el tacto de tu piel al amanecer del día , al amanecer de la primavera de nuestra vida.
Como los niños que en el fondo somos,comimos ese primer día en el Mc Donalds, sin albaracas, ni lujos ni oropeles. Así me gustas, sencilla, sin falsas ínfulas, humilde.
Metáfora de nuestra vida y de nuestra forma de ser, discutimos con la maletas preparadas en la puerta y nos encabezonamos en no irnos de luna de miel. Nos peleamos, nos miramos, nos amamos, y salimos corriendo hasta el aeropuerto para ver la cara de desesperación de nuestros padres, facturando las maletas en el último segundo. Hemos discutido tantas veces....hay tanto que borraría de mi vida, y sobre todo de tu pena. Tardé en madurar, en saber lo que es importante en la vida. Y tú me esperaste, siempre me esperaste, en tu soledad , y yo, creyéndome el rey del mundo porque ya tenía una casa, y un trabajo, sin ser consciente de lo que estaba perdiendo.
Y tú me esperaste, siempre me esperaste, para cogerme de la mano y traerme hasta aquí. Puede parecer que me sigues en esta bendita locura, pero lo que nadie sabe es que simplemente camino por donde tú vas colocando baldosas de amor.
Soy el hombre que tu corazón ha ido forjando con el cincel de tus besos y de tus caricias, no soy mas que aquello que mis ojos ven al abrirse cada mañana durmiendo junto a mí.
Ahora ya solo nos queda dejarnos llevar por este río, ya manso, que se va deslizando , despacio, poco a poco, hacia el mar de la eternidad. Sentados el uno al lado del otro, sonriendo de vez en cuando, cogidos de la mano, disfrutando del paisaje que hemos ido creando con pinceles de colores y de ilusión.
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