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A mis 46



Al fin he alcanzado su edad. Y ahora ya no me parece tanta.
Ya media vida sin ella, y otro tanto caminando junto a  Rocío.
Hoy, en el día mas importante de mi vida. Pues que día más importante puede haber que éste. Porque sin este día, no habría ninguno más.
Un  día como hoy, en que mi padre creía que llegaba Armstrong a la Luna, y en cambio era su hijo el que llegaba a la vida.
Un día como hoy, en que vi a mi madre por primera vez; un día como hoy en que por primera vez me dormí entre sus brazos a salvo del miedo.
Me les imagino, abrazados mirando una cuna en la que dormía su primer hijo, sin saber que solo cuarenta y seis años después él les llamaría desde el vacío de su ausencia, sin saber que ya no es un niño.
Así ha pasado la vida todos estos años por este día de julio, un día único que me recuerda que fui amado como hoy amo, un día que espero durante todo un año para saber que sigo sumando velas a la tarta; que ya alcancé su edad, aquella en la que ella se apeó; aquella edad a partir de la cual caminé sólo sin la que me dio esta vida que al fin y al cabo es todo mi caudal. No tengo, ni quiero, mas que aquello que ella me entregó como madre, hija de mil madres, para que jugara cada día este juego infantil que es vivir como si nada importara, como si nunca hubiera final.
Una vida plagada de mil aventuras por las que me acompaña aquella que no ha de faltarme si quiero que la ilusión se perpetúe; una mujer a la que arrastro agarrada a mis alas para que su vida no sea monótona; una mujer que acerca su boca a la mía para encender la luz de la casa cada día. Una mujer con la que imagino más días como éste, en el que celebro que gracias a que nací, años después la conocí.

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