La abuela Vibel espera encantada que den las cinco de la tarde. A esa hora llegarán del colegio sus nietas. Las oirá llegar desde lejos porque vendrán cantando por la calle con el abuelo. Su hijo y su nuera saben que no hace falta, y ella también lo sabe. Pero tras muchos años de penas y penurias, estas niñas les ha devuelto la vida y la ilusión por vivirla.
El abuelo Jose les cuenta siempre los mismos chistes, y ellas, las nietas, ya han aprendido a hacerle una oreja nueva con el pico del mantel, como él le hacía a su padre hace muchos años.
La abuela Vibel las cepilla el pelo cada tarde , mientras le cuentan las avneturas que hoy han vivdo en el colegio. Así recuerda como le cepillaba el pelo a su hija cuando era a su vez una niña que no era capaz de estar quieta ni cinco minutos en una silla.
Y el abuelo Jose, cómplice de su hijo, les canta bilbainadas y les habla del Athletic, de tantas jornadas épicas con sus tíos en aquellas finales vividas en Madrid "cuando aún las ganábamos."
La abuela Vibel, a escondidas, les compra pequeños regalos , hoy una pulsera, ayer una diadema, mañana unos caramelos. Ellas , sus nietas, le guardan el secreto, que inevitablemente dejará de serlo en cuanto regrese su madre y salgan corriendo a su encuentro para enseñarle lo que hoy les ha comprado la abuela Vibel.
Pero así no ha querido la vida que fuese. Ahora, hace 48 años de su boda. Y sus nietas solo tienen el recuerdo que yo les trasmito, para abrazarse a él, como unas nietas sin abuelos.
El abuelo Jose les cuenta siempre los mismos chistes, y ellas, las nietas, ya han aprendido a hacerle una oreja nueva con el pico del mantel, como él le hacía a su padre hace muchos años.
La abuela Vibel las cepilla el pelo cada tarde , mientras le cuentan las avneturas que hoy han vivdo en el colegio. Así recuerda como le cepillaba el pelo a su hija cuando era a su vez una niña que no era capaz de estar quieta ni cinco minutos en una silla.
Y el abuelo Jose, cómplice de su hijo, les canta bilbainadas y les habla del Athletic, de tantas jornadas épicas con sus tíos en aquellas finales vividas en Madrid "cuando aún las ganábamos."
La abuela Vibel, a escondidas, les compra pequeños regalos , hoy una pulsera, ayer una diadema, mañana unos caramelos. Ellas , sus nietas, le guardan el secreto, que inevitablemente dejará de serlo en cuanto regrese su madre y salgan corriendo a su encuentro para enseñarle lo que hoy les ha comprado la abuela Vibel.
Pero así no ha querido la vida que fuese. Ahora, hace 48 años de su boda. Y sus nietas solo tienen el recuerdo que yo les trasmito, para abrazarse a él, como unas nietas sin abuelos.
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