De verdad que lo intento. Intento dejarlo pero no puedo. Con lo fácil que sería dedicarme a mi trabajo, a mi negocio, a mi familia. Con lo que amo a mis hijas, y lo corta que es la vida, qué sencillo sería dedicarles cada segundo que me queda de vida.Pero no puedo hacerlo. Porque ser socialista es una forma de vivir, y allí donde haya injusticia, debe haber un socialista luchando contra ella. Leo muchas veces a personas que se preguntan que tendrá la política para que no nos apartemos de ella. Yo les digo , que en mi caso, es la responsabilidad de enfrentarme a quien no busca el bien común, sino el particular y/o partidista. No cedamos, no flaqueemos, no nos rindamos ante las presiones , porque nos asiste la altura de nuestra generosidad. Aún hay muchas injusticias que reparar.
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
Comentarios
Publicar un comentario