La vida me dio una segunda infancia para soñar de nuevo con la ilusión de la magia.
Me dio una segunda infancia para mirar el mundo con sus ojos de niñas, para ver las luces con su mirada infantil.
Una segunda infancia para acostarme nervioso imaginando el regalo de su sorpresa al abrir la puerta y encontrar el árbol colmado de horas de esfuerzo envueltas en papel de colores.
Eso es para mi la Navidad
Y en este hermoso camino que me llevó de una a otra infancia, me encontré en algún momento contigo , para que formaras parte del equipaje de mi corazón, y asi me acompañes por la senda que ha de llevarme hasta mi tercera infancia.
Felicidad y salud.
Iñaki
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
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