Lo explicaré una vez más ( y las veces que haga falta )
Soy socialista porque deseo la transformación de la Sociedad para que no haya ninguna desigualdad en base al lugar de procedencia, a la familia en que nacemos, a las capacidades de cada uno .
Milito en el PSOE porque ansío que este Partido sea el motor de dicha transformación, porque sigo pensando que ha de ser la herramienta que utilicen los ciudadanos para romper barreras, para conseguir sus objetivos.
En base a este deseo me posiciono al lado de quienes creo que así lo harán, porque soy de la opinión de que nuestro Partido está obsoleto, envejecido, ensimismado, alejado de la realidad de los tiempos que corren, de los más débiles.
Un Partido que se ha olvidado de sus militantes, de los debates en las Agrupaciones, de la formación de sus afiliados, de los que solo se acuerda para pegar carteles y ocupar sillas de interventor.
Pero, y aquí quería llegar yo, no busco nada para mí. Nunca aceptaré un puesto orgánico ni público si siento que desde él no puedo cambiar la realidad de las personas. Si lucho con todas mis fuerzas, es para devolver el Partido a aquellos a quienes debe servir. Mi posición económica la tengo suficientemente resuelta ( de momento ) con mi trabajo. Nada más que mi ideología me mueve. Si busco el poder político, es para utilizarlo políticamente en favor de quienes no tienen voz. ¿Quiero llegar lo más lejos posible en política ? Sí, ¿por qué no? Pero no necesariamente yo, sino cualquiera de mis compañeros o compañeras que piensan y viven la política como yo, para devolver la política a los ciudadanos, para desalojar de ella a aquellos que hacen de la política su medio de vida olvidando a quienes una vez prometieron proteger.
Si lo piensas fríamente ¿qué necesidad tengo de estos follones, de estar en boca de la gente, de sentirme injustamente acusado? La respuesta es compleja, pero la resumo en el sentimiento de responsabilidad con mis conciudadanos. Y también en la memoria de aquellos que dieron su vida por sus ideas socialistas.
Así pues, lucharé porque aquellos en quienes confío alcancen puestos de responsabilidad si ello nos permite cambiar la vida de alguien, sin importarme si soy yo el que está allí.
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
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