Hay tres palabras que leídas seguidas convierten mis ojos en lágrimas
Tres palabras que escuchadas una detrás de otra convierten mi corazón en una bandada de golondrinas
Federico
García
Lorca
Y si Federico es nombrado de manera repetitiva por los actores y actrices de La Joven Compañía en la escena final, el tiempo se detiene en un éxtasis indescriptible, en el que no quieres que todo acabe aunque ya lo intuyes, no quieres que la luz se encienda y el universo descubra que tus ojos están arrasados.
Esta noche hemos asistido a esta monumental puesta en escena. Hemos seguido sembrando semillas de cultura y teatro en sus corazones , de libertad, de tolerancia, de amor. Germinará, sé que germinará tarde o temprano. Ese es nuestro legado, nuestra herencia.
Cada vez que me acerco a Lorca, me invade una inmensa rabia y frustración, por la vida que segaron , y por el legado cultural que se perdió en una cuneta de Granada.
En la obra de hoy, nos han vuelto a poner ante el espejo de nuestra Historia, para volver a comprobar que no parecen haber pasado 100 años para esta nuestra España. Que escuchas en el teatro a Jose Antonio y bien podrías estar escuchando a Abascal.
Hoy además, los autores nos han mostrado un punto de vista en el que , yo al menos, nunca había reparado. El dolor de la madre, la angustia de la madre, la rabia de la madre que pierde a su hijo y al que no puede volver a abrazar , porque no tiene ni siquiera su cuerpo.
También nos ha gustado mucho la metáfora , en forma de rueda de actores y actrices, de que todos somos Lorca, todos recitamos a Lorca, todos amamos a Lorca.
En definitiva esta obra de teatro no es (solo) un homenaje a Federico García Lorca. Es una auténtica obra de arte, que no podré olvidar en mi vida. Aún , varias horas después de vivirla, seguimos sobrecogidos.
Tres palabras que escuchadas una detrás de otra convierten mi corazón en una bandada de golondrinas
Federico
García
Lorca
Y si Federico es nombrado de manera repetitiva por los actores y actrices de La Joven Compañía en la escena final, el tiempo se detiene en un éxtasis indescriptible, en el que no quieres que todo acabe aunque ya lo intuyes, no quieres que la luz se encienda y el universo descubra que tus ojos están arrasados.
Esta noche hemos asistido a esta monumental puesta en escena. Hemos seguido sembrando semillas de cultura y teatro en sus corazones , de libertad, de tolerancia, de amor. Germinará, sé que germinará tarde o temprano. Ese es nuestro legado, nuestra herencia.
Cada vez que me acerco a Lorca, me invade una inmensa rabia y frustración, por la vida que segaron , y por el legado cultural que se perdió en una cuneta de Granada.
En la obra de hoy, nos han vuelto a poner ante el espejo de nuestra Historia, para volver a comprobar que no parecen haber pasado 100 años para esta nuestra España. Que escuchas en el teatro a Jose Antonio y bien podrías estar escuchando a Abascal.
Hoy además, los autores nos han mostrado un punto de vista en el que , yo al menos, nunca había reparado. El dolor de la madre, la angustia de la madre, la rabia de la madre que pierde a su hijo y al que no puede volver a abrazar , porque no tiene ni siquiera su cuerpo.
También nos ha gustado mucho la metáfora , en forma de rueda de actores y actrices, de que todos somos Lorca, todos recitamos a Lorca, todos amamos a Lorca.
En definitiva esta obra de teatro no es (solo) un homenaje a Federico García Lorca. Es una auténtica obra de arte, que no podré olvidar en mi vida. Aún , varias horas después de vivirla, seguimos sobrecogidos.
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