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Rocio 52

 Una mujer está dando a luz en Getxo. Nacerá su segunda hija. Crecerá sus primeros años rodeada de montes, acunada por el mar Cantábrico, feliz montada en su bicicleta recorriendo caminos surcados de árboles, viviendo aventuras entorno a una fuente llamada Iturgitxi. Empezará a sentar las bases de la mujer que llegará a ser. La infancia es nuestra patria. La infancia nos marca, forja nuestro carácter, y también nos llena de traumas. La vida avanzará, con su aullido salvaje. Vivirá su adolescencia en Zaragoza. Se enamorará por primera vez. Irá descubriendo los entresijos de la vida. 

Por fin llegará a Madrid, a tiempo de dar rienda suelta a su vocación. Y al Destino en el que ella siempre creerá. Llegará a tiempo de encontrarse con él, al que sabe que lleva siglos unida. Todo necesita su tiempo. Todo necesita su aprendizaje. Su momento. Las olas van y vienen, se acercan y se alejan. Nunca se van del todo, y cuando parece que lo han hecho, de repente emergen con toda su fuerza e inundan toda la orilla en un último momento. 

Llegará ese día. Y el viaje que un día empezara en Getxo alcanza la estación definitiva. La estación en la que decidió cambiar de vagón y de vía. Y serán un río naciendo en un pequeño manantial, bajando a toda velocidad por el curso alto, aumentando su caudal afluente tras afluente. Irán llegando tras muchos sobresaltos a los meandros de la serena madurez de los grandes ríos. 

Plantarán semillas. No todas crecerán. Alguna morirá, rompiéndoles el alma. Pero persistirán. Hasta que sus retoños crezcan, y quede vida de su vida, alma de su alma, corazón de su corazón. 

Aquella niña que un día nació allá donde habrá de volver, allá donde se funde con la naturaleza, allá donde encuentra la conexión con lo que más ama, su Pachamama, aquella niña se convertirá en una mujer única. Aquella niña será una mujer comprometida con la naturaleza, con el mundo, una mujer conectada a su espiritualidad. Aquella niña será una mujer que será una niña, como somos todos, necesitada de amor, y abrazos, y besos. Aquella niña será una mujer que no permanecerá estática viendo pasar la vida, será una mujer en continua búsqueda de su razón de ser, en búsqueda de su sitio en este mundo y en sus creencias. 

Aquella niña. que un día nació donde nacen los ángeles, será la mejor compañera de viaje, será la mejor amante, la mejor amiga, siempre será la mejor hija, será el mejor sueño, el más hermoso espíritu, será la mejor madre. Y ella nunca lo creerá. Y tendremos que recordárselo siempre. Ella nunca lo creerá. Y sin embargo, ninguno de nosotros lo dudará.

Una mujer está dando a luz en Getxo. Y mientras, un niño juega con su madre en un parque de Leganés. 

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