Tu cuerpo recién desnudo envolvió mi cuerpo desnudo aun cubierto de ropa. Tu vida recién estrenada cubrió mi desnuda vida. Mis manos albergaron tu ser con el mismo cuidado con que el mar acaricia la arena de la playa en los días de calma.
Has ido creciendo día y día, y mientras una parte de ti cada día se aleja más de mi, otra se me aproxima a la misma velocidad. La niña que fuiste cada día es más lejana y empiezo a convivir con la mujer que ya estás empezando a ser.
Me gusta como eres, como me hablas, como me tratas. Aun siendo siempre padre e hija, ya vislumbro al hombre y a la mujer que se hablarán de igual a igual. Amé a la niña como nuca amé; descubrí que el amor no era lo que creía conocer. Ahora aprendo a amar a la mujer, serenamente, mansamente , como ama el río a sus meandros.
Cuando naciste adquirí el compromiso de llevarte hasta el otro lado de la orilla, aunque eso conlleve el hecho de tomar decisiones que no entiendes; así me rompe el alma saber que no puedes entenderlas. Solo espero que algún día, desde el dolor de tu soledad, abrazada a mi vacío, recuerdes que hubo un hombre que te amó más incluso que a quien te dio la vida, que hubo un hombre que dejó de pensar en sí, para solo pensar en ti. Que hubo un hombre a quien rescataste del abismo, al que enseñaste el significado de estar vivo, un hombre aferrado por siempre a tu mirada como si nunca nadie le hubiera mirado, aferrado a tu piel como si nunca hubiera acariciado, aferrado a tus manos como si nunca hubiera abrazado, aferrado a tu corazón como si nunca hubiera amado.
Comentarios
Publicar un comentario