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27 de Marzo, 15 años

Le pedí a mi padre que me hiciera el nudo de la corbata; nunca he sabido hacerlos. Terminé de ponerme el traje; nunca me he sentido cómodo con ellos, quizá por eso elegí mi profesión. Antes de salir de mi cuarto por última vez, mi padre entró en el; no nos dijimos nada, nos miramos profundamente, y vi reflejados en sus ojos nuestros treinta años juntos. Nos abrazamos, larga, intensamente, llorando sin consuelo. Atrás iba a quedar mi más tierna infancia, mi rebelde adolescencia, y mi huérfana juventud. Aunque la ilusión del futuro era inmensa, en ese momento se concentró en mi alma todo el dolor y la pena del Universo.
Cerré tras de mi la puerta de tres décadas en mi barrio; se acababa el niño. para dar paso al hombre.
Y partí hacia la aventura más hermosa de mi vida; la esperé como marca la tradición, a pie de calle. El día era gris y frio, mas de repente un coche llegó, se abrieron sus puertas, y la luz inundó el día. Solo yo vi la "corona de cristal sobre su cabeza", sólo ella y yo vimos la "alfombra de oro rojo bajo sus pies", yo, que te he" nombrado mi reina ". Me sentí el hombre más afortunado bajo el cielo, ese cielo gris y plomizo, que se abrió en dos como el Mar Rojo para dejar pasar su luminosidad a su través.
Así, leimos a Neruda ," Y cuando asomas suenan todos los rios en mi cuerpo, sacuden el cielo las campanas, y un himno llena el mundo. Solo tú y yo, solo tú y yo amor mio , lo escuchamos "
Y leimos El principito, porque aun siendo ateo, me dio tiempo a aprender en mi adolescencia la verdadera Iglesia, la que querría aquel nazareno que un día quizá existió, y que abogaba por la participación y la comunión sin ritos ni ataduras. Nos inventamos una ceremonia propia, del mismo modo que nos inventamos una nueva vida, desde la nada, desde la humildad, con sólo cuatro manos y dos corazones dispuestos a todo en esta aventura.
Y recitamos a Benedetti, y su Utopía. Aun nos esperaba una última y hermosa sorpresa. A la salida de la iglesia, nos dimos de bruces con un aurresku, ejecutado por un txistulari y un dantzari. Eusebio siempre estaba atento a todos los detalles, y nos quiso regalar ese trocito de la tierra donde nació su hija, de donde salió mi abuelo para acabar aquí; de esa tierra donde él, más vasco que los vascos , fue inmensamente feliz. Años más tarde, en otra celebración, se arrancó a cantar unas bilbainadas con mi tía, según afirmó, en recuerdo de mi padre ya ausente. Sólo ahora, y en el tiempo venidero, vamos a ser conscientes del vacío que ha dejado; ni en cien vidas que viviera conocería a una persona como él, tan diametralmente opuesto a mí, y que me acogió sin reservas, aun sabiendo que le apartaba de su lado a uno de sus tesoros ( no sé si yo seré capaz de ser tan generoso cuando me toque)
A la mañana siguiente , amanecimos abrazados en un abrazo que aun perdura hasta hoy. Me asomé al balcón, y delanté de mi vi un infinito horizonte , azul, luminoso, pendiente de construir. Supongo que ella me abrazó por la espalda, me besó en el cuello, y me susurró un te quiero. En estos quince años, no siempre he sabido decirselo yo a ella; muchas veces, no he sido el mejor compañero; la he hecho mucho daño, y muchas, muchas de las cosas que he hecho, que he dicho, desearía poder borrarlas para siempre. Me sentí dueño de mi vida, libre de limitaciones, y no supe adaptarme rápido a la vida en común; soy rebelde , terco, individualista, y necesité un tiempo de aprendizaje; ella siempre ha estado ahí, paciente, tenaz, constante, amante. Si el camino sigue, si el viaje pervive, si la vejez se vislumbra en un sofá de dos, es gracias a ella.
Hemos creado un universo propio, construido día a día, pena a pena, alegría a alegria. Algún día me gustaría poder decirle que no soy yo sin ella, que no estaría sentado aquí escribiendo si ella no me hubiera guiado; solo quiero no estar ya aquí cuando ella parta.
En estos quince años, hemos conocido la vida y la muerte a partes iguales. Se fueron los que nos trajeron, y hemos dejado en este mundo vida de nuestras vidas; pero en eso consiste esta aventura, y al cabo, es lo único que tiene valor.
La mejor decisión que tomé en la vida fue ir a la facultad el último día antes de un verano , el último día de una infame primavera. Esa decisión me llevó a estar un día como hoy, hace quince años, uniéndome a la mujer que amo.

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la útopia ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía.


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