Ir al contenido principal

Esta investidura

Me ha pillado de sorpresa.
No el resultado en sí, que  ya tenía claro desde primera hora de la mañana.
Me lo ha confirmado el hecho de que el  PP solo ha obtenido el apoyo de sus concejales; eso me ha relajado, y he bajado la guardia de mis sentimientos.
Han levantado la mano los siete concejales que nos han apoyado, y entonces ha ocurrido súbitamente; ha estallado una salva de aplausos, de vítores , de gritos de apoyo, se han levantado como un resorte compañeros de IU, NP y Cs, nos hemos empezado a abrazar, y el salón de plenos se ha llenado de ilusión a raudales. Y también he visto a vecinos y vecinas en silencio, con los ojos húmedos de emoción, conscientes de que mucho empezaba a cambiar en ese momento.
Vecinos y vecinas vilipendiados, objeto de mentiras, injustamente tratados, que veian el fin de sus calamidades en ese simple gesto de levantar siete manos
Ya no he sido consciente de nada más, apenas hemos visto la toma de posesión de Miguel Angel como alcalde; su discurso apenas lo hemos oido, porque seguíamos mirándonos, sonriendo, haciendonos gestos de complicidad.
Y yo también he llorado, claro que he llorado. Porque se ha cerrado ya por fin una herida abierta en mi corazón; porque le debía esta victoria a mi partido, pero sobre todo a los ciudadanos progresistas de Numancia. Y si he podido contribuir con un granito de arena, eso lo es todo para mí.
Me he quedado al fondo del salón de plenos, observando la escena desde fuera, orgulloso de las felicitaciones que recibían mis compañeros; y me llenaba de satisfacción que alguien me viera allí, se acercara , y se fundiera en un abrazo conmigo para transmitirme su agradecimiento.

Han sido horas de trabajo, de reuniones, de discusiones, seguidas de risas. Miles de whatsapp para enredarnos en esteriles diatribas. Y nervios ante la irritante tranquilidad de Miguel Angel en las negociaciones.
Empezamos este viaje como compañeros que se vigilaban de reojo, y lo hemos terminado como un grupo de amigos que comparten algo más que unas siglas, recuperando además a viejos compañeros de mil batallas.
Todo esto, ha quedado sintetizado en un instante que no se borra de mi mente, una explosión de júbilo que ha desbordado todo mi ser.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Nada

 Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos.  Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas.  Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar

Al futuro

 Yo ya no lo veré cuando ocurra. Ya no estaré aquí. Ni en ningún sitio. Pero tú lo vivirás. Como yo he vivido cosas que no vivieron mis ancestros.  Y no he vivido cosas que ellos vivieron. Ni tú lo harás con las vivencias que yo he tenido.  Tú me recordarás, pero los siguientes "tus" ya no lo harán. Cada uno, en su tiempo. Cada uno, en su vida. Ya no me atormenta no poder vivir lo que tú sí vivirás.  Vivo mi época.  Me preocupa, empero, que tú no puedas vivir ya nada, porque ya nada exista. 

Nosotros y nuestro tiempo

 Itziar, mi psicóloga, de vez en cuando me propone hacer terapia utilizando las matrioskas, esas muñecas rusas de distinto tamaño que se guardan una dentro de la otra. Cada matrioska representa a los distintos individuos que hemos sido en cada etapa de la vida. Estos días estoy pensando mucho en aquel Iñaki que transitaba de la tardoadolescencia a la juventud, ese Iñaki que despertaba al mundo en la Facultad de Veterinaria. Pienso en que la vida no era tan mala entonces, aunque sé que es mi mente la que me hace sentir así, porque solo me recuerda lo hermoso de aquellos días, solo las rosas y no sus espinas.  En gran medida deseo volver a esa época, alejada de responsabilidades. Y otra vez la farsa. Porque teníamos, mi hermana y yo, las responsabilidades que no debíamos tener. Pero mi mente me dice que teníamos todo el tiempo del mundo, que solo era necesario despertar cada día para ser felices, que la vida era placentera, y que todo nos era dado por añadidura. Mi cerebro me dice ojalá