La señal era la luz, o mas bien la ausencia de ella. Cuando se apagaba en la ventana del dormitorio de su padre, sabía que era el momento de subir a casa, que ya no se encontraría ninguna discusión, ni a la persona que le suplantaba en las noches ebrias. Había afinado el oido hasta el extremo de saber cuando sonaban las llaves al otro lado de la puerta, para que le diera tiempo a huir a su cuarto, y esconder bajo la almohada la cabeza , el miedo y la rabia.
Se propuso ser feliz , pensando que sólo había futuro; y éste llegó, y aunque lo había imaginado de otra manera, en la habitación de un hospital le dijo que ya era licenciado, pero que no sabía si gracias a él, o si a pesar de él.
Le rompió el alma tantas veces, y el corazón tantas otras. Tiempo después, en otra habitación de otro servicio del mismo hospital, le miraba mientras le acariciaba por última vez el pelo, y le daba las gracias por lo único que le importaba, la vida y el futuro que aún seguía ahi, llegando a cada momento.
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