No hay nada que se pueda decir, nada que se pueda añadir, Giorgio
Ya sólo nos queda el recuerdo, su recuerdo; recuerda, tú que puedes. Llora, tú que puedes. El que recuerda, el que llora, está vivo, y al fin, eso es lo que nos dieron, y eso es lo que nos queda al llegar cada noche a nuestra cama.
Aun ahora, cuando ya rozamos nuestro medio siglo, somos huérfanos, cual niños pequeños que sin quererlo se sueltan de la mano de su madre, y se sienten desvalidos, naufragos entre la muchedumbre inhóspita que les rodea. Huérfanos y sólos , pase el tiempo que pase.
Tu madre, como la mía, hubo un tiempo , a veces tan lejano, casi siempre tan presente, en que nos llevaban al parque de su mano, y nos dejaban ir a los columpios sintiendo que se les iba la vida en ello, aprendizaje nuestro de la vida en libertad, aprendizaje suyo de enseñarnos a volar y dejarnos ir, de poco a poco.
Tu madre, como la mía, nos tomaban la lección a diario con la esperanza, cumplida con los años, de formarnos como personas honradas y buenas.
Se sintieron infinitamente orgullosas de nuestro primer Mamá,de nuestro primer caminar. De qué nos sirve ahora llorar si nada, si nada , puede su vacío llenar.
Cincuenta a nuestras espaldas, y seguimos desvalidos sin ellas a nuestro lado.
Te engañaría si te dijera que el tiempo todo lo cura; sólo te enseña a vivir sin ella, sólo te acostumbra a la soledad, la soledad que te embarga aun rodeado del gentío. Nunca llega el momento de romper el cordón umbilical, nunca , nunca se desprende tu cuerpo del suyo, tu vida de la suya, tu corazón del suyo. Mitocondria a mitocondria somos nuestras madres.
Todo tu ser, todo mi ser, es un homenaje a tu madre, que como la mía, nos dio vida de su vida.
Hoy al despedirnos, me has dado uno de los besos más hermosos de mi vida, me has dicho uno de los Te quiero más sentidos que he oido. Yo también, amigo, hermano, eterno.
Ya sólo nos queda el recuerdo, su recuerdo; recuerda, tú que puedes. Llora, tú que puedes. El que recuerda, el que llora, está vivo, y al fin, eso es lo que nos dieron, y eso es lo que nos queda al llegar cada noche a nuestra cama.
Aun ahora, cuando ya rozamos nuestro medio siglo, somos huérfanos, cual niños pequeños que sin quererlo se sueltan de la mano de su madre, y se sienten desvalidos, naufragos entre la muchedumbre inhóspita que les rodea. Huérfanos y sólos , pase el tiempo que pase.
Tu madre, como la mía, hubo un tiempo , a veces tan lejano, casi siempre tan presente, en que nos llevaban al parque de su mano, y nos dejaban ir a los columpios sintiendo que se les iba la vida en ello, aprendizaje nuestro de la vida en libertad, aprendizaje suyo de enseñarnos a volar y dejarnos ir, de poco a poco.
Tu madre, como la mía, nos tomaban la lección a diario con la esperanza, cumplida con los años, de formarnos como personas honradas y buenas.
Se sintieron infinitamente orgullosas de nuestro primer Mamá,de nuestro primer caminar. De qué nos sirve ahora llorar si nada, si nada , puede su vacío llenar.
Cincuenta a nuestras espaldas, y seguimos desvalidos sin ellas a nuestro lado.
Te engañaría si te dijera que el tiempo todo lo cura; sólo te enseña a vivir sin ella, sólo te acostumbra a la soledad, la soledad que te embarga aun rodeado del gentío. Nunca llega el momento de romper el cordón umbilical, nunca , nunca se desprende tu cuerpo del suyo, tu vida de la suya, tu corazón del suyo. Mitocondria a mitocondria somos nuestras madres.
Todo tu ser, todo mi ser, es un homenaje a tu madre, que como la mía, nos dio vida de su vida.
Hoy al despedirnos, me has dado uno de los besos más hermosos de mi vida, me has dicho uno de los Te quiero más sentidos que he oido. Yo también, amigo, hermano, eterno.
Comentarios
Publicar un comentario