Hoy ha sido el día.
Alguna vez llegaría. Y hoy es el día.
La mitad de mi vida, la he vivido sin ti. Y a partir de mañana, serán más los años sin ti que contigo, desde esta mi edad, que era la tuya. Ahora que siento que aún tengo toda la vida por delante, aquí se detuvo la tuya.
Yo no sería nada sin ti.Te has perdido lo mejor , y no he podido compartirlo contigo.
Aunque bien sabes que toda mi vida es un homenaje a tu memoria.
Aunque no sabes que me he echado novia. He acabado por fin la carrera. Tengo mi primer trabajo. Nos hemos comprado nuestra primera casa, con un dinero que me ha dejado el abuelo, que por cierto, ha venido a nuestra boda porque nos hemos casado. Hemos vendido el piso para comprarnos un adosado, y al poco hemos abierto nuestra propia clínica. Ha nacido una niña, Paula. Papá se ha muerto. Y a los 15 dias nació Candela.
Tú no estás, y esta maldita luz de mayo me recuerda que nos van a llamar para decirnos que has muerto.
Decidió visitar, un tórrido día de agosto , el que fue su barrio de infancia y juventud. Acudió para recordar aquellos parques en los que aprendió a jugar, aquellos bancos donde besó por primera vez. Iba con la intención de recuperar olores, colores, sabores, sensaciones. Las tiendas, los bares, la farmacia, los columpios, la cancha multiusos. Así, observó desde la calle las ventanas de las dos casas que habitó en aquel barrio. De una de las casas sintió salir a su madre una mañana para no volverla a ver jamás. De la otra, sacaron entre su hermana y él a su padre moribundo para acompañarle en su postrero viaje. Hay un lugar estratégico en el aparcamiento de la calle desde el que se pueden ver las dos casas. Pero a los barrios les ocurre como a las personas; no todas envejecen igual. Y tuvo la certeza de que no se trataba de una sensación trasmitida por la canícula. No. Al barrio le faltaba vida. Y eso se palpa. Eso vio en la transformación de las tiendas de alimentación y de los bar
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